Vida profesional y enfermedad crónica: ¿cómo afrontarla?

De: Vik
Hace más de 1 año
Para los que trabajáis, suele surgir una pregunta en el momento del anuncio de una enfermedad crónica: "¿Cómo organizo mi vida profesional con este acontecimiento?". Esta pregunta es legítima, por varias razones:
En primer lugar, te encanta tu trabajo y sientes que mantener esta actividad te permite sumergirte en algo motivador evitando que te asalten demasiado los pensamientos negativos inherentes al anuncio de la dolencia. Estas reflexiones suelen ser intrusivas y consumen energía, y sólo una actividad que ocupe tu mente durante buena parte del día te permite sentirte mejor. Pero surgen varias preguntas.
¿Contarles a mis compañeros mi enfermedad o no?
No existen aquí opciones correctas o incorrectas: cada uno sabrá lo que le conviene en cada caso. Algunos preferirán hablar de ello, lo que les permitirá encontrar atención fuera de su círculo familiar.
Otros preferirán guardarse esta información, sobre todo porque en algunos casos la afección no se puede ver. A menudo esta elección está relacionada con el miedo a ser considerado diferente por los demás. ¡Esta decisión tampoco está mal! Porque te permite hacer una pausa y tomarte un respiro en una situación que se impuso en tu vida sin que tú la hayas elegido.
A recordar: el riesgo de no comunicar tu enfermedad es encontrarte con un "vacío social" frente a tus compañeros, exponiéndote a un posible juicio por su parte. Es posible que no entiendan y posiblemente malinterpreten las reacciones psicológicas lógicas, por ejemplo, tras el anuncio: irritabilidad, momentos de tristeza, ansiedad.
Legalmente, la persona con una enfermedad crónica no está obligada a anunciar su afección a su empleador y a sus colegas, especialmente si teme un cambio en su imagen. Pero cualquier secreto es un muro que se interpone entre tú y el otro: es decir, puede crear una forma de aislamiento entre tú y tus compañeros. Esto puede complicarse en algunos casos, sobre todo si se producen ausencias repetidas o convives con una sensación de fatiga generalizada.
Rendimiento y culpabilidad: ¿cómo gestionarlos?
Con la aparición de la dolencia crónica, puede surgir una forma de culpabilidad con respecto a un sentimiento de inutilidad hacia la sociedad.
El trabajo es una actividad humana y refuerza la autoestima en la mayoría de los casos. Cuando el trabajo desaparece, nuestra autoestima puede disminuir. Hay que tener en cuenta que "cuidarse" se ha convertido en un trabajo en sí mismo. Requiere mucha inversión, y todos los que nos rodean cuentan con nosotros. Es cierto que "abandonamos" un primer trabajo, pero se establece otro, y es vital: el autocuidado es esencial para afrontar nuestra dolencia.
Trabajar bien sin quemarse
Es importante escuchar nuestras necesidades fisiológicas y psicológicas durante esta fase. Es difícil predecir si habrá efectos secundarios al tratamiento, como la fatiga. Si te sientes cansado, no dudes en tomarte uno o dos días libres para descansar. Lo mejor es ponerse en contacto desde el principio con el médico del trabajo, que está obligado a guardar el secreto profesional. Te ayudará si necesitas ajustar tu horario de trabajo, por ejemplo.
Como siempre, se trata de escucharte y tomar estas decisiones en función de lo que sientes y no de lo que sienten los demás.
Giacomo Di Falco, psicooncólogo.
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