"El mieloma múltiple me ha enseñado hasta qué punto la vida es hermosa"


De: Vik
Hace alrededor de 1 año
Antes del diagnóstico de mi enfermedad, tendía a ver el vaso medio vacío. Hoy es todo lo contrario: ¡la vida es hermosa! Descubre con el testimonio de Miguel, de 60 años, cómo el mieloma múltiple le ha cambiado la vida.
El diagnóstico
"Cuando me enteré de que tenía mieloma múltiple, me desmayé. Para mí la palabra cáncer significaba la muerte. ¡Ese era el final de la partida! No sabía entonces lo increíblemente fuerte que era y lo mucho que me cambiaría esta enfermedad.
En el momento en que fui diagnosticado tenía 46 años y realizaba trayectos muy largos para llegar al trabajo. Empecé a sentirme muy cansado: tanto, que en mis desplazamientos tenía que parar en un aparcamiento para dormir un poco antes de reemprender la marcha. Mi mujer estaba preocupada y me pidió que fuera al médico. Nunca había estado enfermo en mi vida. Fui a ver a mi médico de cabecera, que me pidió un análisis de sangre. A los pocos días me volvió a llamar y me dió cita con un hematólogo porque los resultados no eran del todo adecuados.
El 5 de octubre de 2007, cuando llegué al hospital, la hematóloga dijo las palabras "mieloma múltiple" y yo le pregunté: "¿Qué es eso?”
Cuando me contestó que era cáncer, me desmayé. Perdí el conocimiento y me desperté unos minutos después en una camilla.
¡La palabra cáncer da miedo! Tuve que hacerme más pruebas. Con el tiempo descubrí que existen soluciones y que se puede tener una vida larga y prácticamente normal con el mieloma. En ese momento, por supuesto, fue un shock que me alteró y preocupó mucho a mi familia.
El fin de semana después de que me dieran el diagnóstico, mi hermano me llevó a volar en globo. Durante el viaje conseguí desconectar y fue la primera vez desde el anuncio de la enfermedad que no pensé en el mieloma".
Los tratamientos
Cuando me enteré de que padecía un mieloma múltiple, me acababan de trasladar en el trabajo a otra ciudad. Tuve que comunicar a mis compañeros que estaba enfermo y que tendría que ausentarme unos meses del trabajo para recibir tratamiento.
Tuve la suerte de contar con mucho apoyo y de estar rodeado de mi familia y amigos. Estaba convencido de que, en este tipo de pruebas, la mente podía desempeñar un papel muy importante. Y para poder tener un buen estado de ánimo, el apoyo de mis seres queridos fue crucial.
Así que me dije: “¡Voy a luchar!”.
Siempre he sido una persona optimista y voy a seguir siéndolo.
El equipo médico del hospital se convirtió en mi segunda familia.
Durante el aislamiento no lo pasé tan mal. Leía mucho y siempre me sentí bien acompañado, a pesar de haber un cristal entre yo y mis seres queridos.
Poco a poco pude retomar mi vida e incluso al cabo de unos meses pude trabajar a tiempo parcial y finalmente a tiempo completo.
Con el paso del tiempo entré en remisión, aunque sabía muy bien que el mieloma es como una enfermedad crónica. La cuestión no era saber si volvería, sino cuándo lo haría. Mientras tanto, ¡disfrutaba de la vida al máximo!
Años más tarde, ya en 2015, las señales empezaron a alertar a mi médico. El mieloma había regresado. Al menos sabía a qué atenerme. Pensé: “no hay problema, haré lo que tenga que hacer”.
Todavía tenía mi segunda dosis de células madre en el congelador. Pasé a otro tratamiento: primero inyecciones y después volví a la sala de esterilización durante tres semanas.
¿Qué pasó después de la segunda remisión? El mieloma regresó en febrero de 2021, tuve otra recaída. En ese momento me sentía bien y estoy preparado para seguir luchando.
Lo que quiero decir a todos los pacientes que están pasando por esto es "¡lucha!”. Hoy en día la medicina ha avanzado hasta el punto de que existen muchas maneras de enfocar la curación y buscar el tratamiento que menos efectos secundarios te produzca.
La lucha está ganada: ¡es evidente! El mieloma me ha permitido aprovechar mi vida como nunca: he viajado, perseguido mis pasiones… ¡ahora estoy viviendo la vida al máximo!".
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